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Censura de Juan Pablo Barrientos por parte de Gustavo Gómez

Hace unos pocos días la esfera pública colombiana apenas se inmutó con la noticia del audio censurado por el periodista Gustavo Gómez en la serie “El show de las marionetas”, dirigida por el periodista Juan Pablo Barrientos. En este audio un candidato a la Cámara de Representantes que quiere hacer pública una información sobre otra candidata a través de Caracol Radio, RCN Radio, El Tiempo y Red+ cotiza con Nova Lorena Cañón, una relacionista pública hoy capturada por su vínculo con la red de corrupción del senador liberal Mario Castaño, el servicio por el precio de 4.500.000 pesos.


Al hacer un análisis general del tratamiento mediático de esta noticia, se esperaría encontrar un abordaje amplio y transparente en correspondencia con el derecho constitucional a “recibir información veraz e imparcial” (Art. 20). Sin embargo, se encontraron dos hechos fundamentales en lo que tiene que ver con el tratamiento de prensa: por un lado, un mutismo de los grandes medios del país, fundamentalmente los involucrados en este escándalo, guardaron un silencio sepulcral alrededor de este hecho. Por otro lado, los medios que han expresado alguna consideración sobre el caso han sido sumamente parcos, con alguna particular excepción. Es el caso de la Silla Vacía, el medio liberal de centro que, se esperaría, tuviese un mayor compromiso con la defensa de la libertad de prensa.




El problema de este medio es que ha titulado como “diferencia” y ha tratado como “diferencia editorial” lo que podría ser un caso de censura sin hacerse mayores cuestionamientos al respecto.


Al estar sin confirmación ni lo uno ni lo otro, resulta sorprendente que se comprometa con una versión que sólo defiende a Gustavo Gómez. El medio Publímetro, por su parte, de carácter también liberal y moderado, se ha atrevido a insinuar como posibilidad la censura a través de un entrecomillado dubitativo.

Resulta sorprendente que el único medio que se comprometió con una reconstrucción crítica de la cuestión haya sido el medio “antiestablecimiento” El expediente. Este medio, manejado por el dudoso periodista Gustavo Rugeles, de un modo sorprendente (cuando no estratégico) ha decidido apoyar abiertamente la causa de censura de Barrientos.

Esta es una actitud que no resulta sorprendente si se piensa que estos medios antisistema, de algún modo, quieren oponer su afición por las verdades crudas al trato instrumental de la verdad en los medios hegemónicos del país, en los que se actúa de cara a la opinión pública como si fueran “reinos arcanos” que gestionan la verdad pública (que es un derecho) puertas para adentro.

Si bien algunos medios de comunicación le han dado visibilidad al asunto de la censura, poco se ha dicho acerca del problema de fondo: lo que Wilmar Vera Zapata en su columna “El cártel de la (des) información” acierta en llamar como “empresas informativas” y acerca del papel de sus periodistas a sueldo, en este caso, el papel de Gustavo Gómez en la censura de los audios. https://360radio.com.co/el-cartel-de-la-des-informacion-por-wilmar-v/


Ya comentaba @LaBasePublico en sus dos programas de esta semana (#LaBaseFerrerasGatey #LaBaseFerreras) las consecuencias políticas de la manipulación mediática cuando el derecho a la información se convierte en una mercancía. “Para todos los productos de la sociedad de mercado existen mecanismos de control de la calidad y vías para reclamar en caso de fraude (...) pero esto es algo que no ocurre con la información (...) lo que sucede en la práctica es que te pueden dar información adulterada pero nadie se responsabiliza de eso” (Sara Serrano).



Resulta cuanto menos curioso que Gustavo Gómez no haya querido publicar el audio que comprometía a Caracol Radio en la red de corrupción auspiciada por el senador liberal Mario Castaño.

Hasta ese momento, en “El Show de las Marionetas” se venían publicando audios presentados en medio de una investigación judicial. De hecho, la labor periodística que venía haciendo Juan Pablo Barrientos era bastante simple: la mera publicación de hechos (en este caso un hecho jurídico). Un hecho sin mediación de una interpretación, sino solamente el audio que se presentaba en medio de una audiencia. El miedo de Gustavo Gómez, de que dicho audio pudiese “causar daño a terceros”, parece haber sido tangrande que, para el lunes 10 de junio, después de que Barrientos publicara “Historia de una renuncia” en Vorágine, se tomó unas merecidas vacaciones.

Vanessa de la Torre, en demostración de sus grandes dotes periodísticos, tomó riendas de “6am Hoy por hoy” y habló de un importantísimo fenómeno social: Anthony Hopkins bailando “La Pollera Colorá” y, por supuesto, de la responsabilidad de Gustavo Petro en la subida del dólar, noticia que no deja dormir en las noches a los colombianos. Volviendo a Gómez, su miedo era causar daño a terceros por información que puede resultar no ser verdadera.


Este mismo miedo lo expresó en una editorial en Caracol Radio el 28 de junio en relación al informe final de la Comisión de la Verdad expresando su preocupación por la presentación de una verdad que dice ser la única. Según su insensata reflexión, la verdad no existe más que como múltiples perspectivas y, en relación a su absoluta ignorancia respecto de los estudios de memoria, afirmaba que los recuerdos no pueden ser corroborados, con lo cual no podíamos pretender conocer la verdad con el informe final, e incluso sugería que un conflicto mayor podría desatado con su publicación. Claramente la memoria no cuenta como una “perspectiva” válida en la construcción de la verdad. Es más, en su editorial del 22 de junio “La víctimas olvidadas” (https://caracol.com.co/programa/2022/06/22/6am_hoy_por_hoy/1655898922_906814.html) Gómez fue enfático en señalar las “prebendas a los exguerrilleros” que, según éste, aparecieron al lado del “bombo y platillo del reconocimiento de los secuestros” en una de las Audiencias de Reconocimiento de la Comisión de la Verdad.


Este compromiso con la verdad por parte del periodista recuerda a la “comprometidísima” Maria Fernanda Cabal, quien señalaba como “beneficios y prebendas a los guerrilleros desmovilizados” (https://mariafernandacabal.com/atrapados-sin-salida/) lo que en el decreto 899 de marzo 17 de 2017 era la implementación de “medidas e instrumentos para la reincorporación económica y social colectiva e individual de los integrantes de las antiguas FARC-EP” (Decreto 899 de 2017).


Con todo, no sobra preguntarse a este punto quién es Gustavo Gómez. Si bien es un periodista que se dice de centro, a Gustavo Gómez habría que juzgarlo como a la sociedad capitalista: no por lo que dice de sí misma sino por las formas prácticas en que expresa su contenido. Así, no habría que juzgarlo por sus declaraciones grandilocuentes acerca de su compromiso periodístico: “hacer hasta lo imposible por no alejarme de la verdad”, o por las declaraciones del 18 de abril en las que hablaba del deber del periodista: acercarse a la verdad; e incluso, hablaba de la metodología: contrastar información, buscar fuentes, equilibrio, respaldo testimonial y documental. A Gómez habría que juzgarlo por la forma en que ese respaldo testimonial le sirve para ciertas verdades, pero no a la Comisión de la Verdad con sus múltiples investigaciones sociales, ni al audio de Barrientos con sus múltiples investigaciones jurídicas.


Los principios de Gustavo Gómez recuerdan, por lo demás, al sector reaccionario de la burguesía que se opuso al proletariado francés en el 48, haciendo una defensa de su propio interés como si éste representara el interés de la sociedad en general: su interés particular (“La política para mí es solo un escenario laboral”) (https://www.pulzo.com/nacion/gustavo-gomez-habla-sobre-retos-como-nuevo-director-6am-hoy-por-hoy-PP689310) se reviste de la objetividad y ética periodística necesarias para configurar una trayectoria laboral en la que se suma: su paso por instituciones regentadas por la Compañía de Jesús (La Emisora Javeriana Estéreo), instituciones políticas de gobiernos neoliberales (el Ministerio de Gobierno y de la Consejería para la Modernización del Estado durante el mandato presidencial de Cesar Gaviria 1990-1994 ), además de su paso por los emporios informativos del Grupo Empresarial Santo Domingo (Revista Cromos, Caracol Televisión y El Espectador), de Luis Carlos Sarmiento Angulo (El Tiempo), de la Familia Lloreda (El País S.A de Cali), de la Organización Ardila Lulle (RCN) y del Grupo empresarial Fundación Semana, de Felipe López Caballero (Revistas Semana [revista cedida por mitad al Grupo Gilinsky], Dinero, Arcadia, entre otras).

Después de todo, Gustavo Gómez parecía decir la verdad en una entrevista del 2017 en la que, luego del formalismo inicial: “soy un tipo de centro”, afirmaba estar en contra de quienes “adormilan las ideas, la libertad de expresión y el libre mercado”, y se declaraba admirado por la derecha y “su devoción por las instituciones, la obsesión por las reglas y la lealtad que exhiben con la tradición”.

https://isalopezgiraldo.com/historias/personajes/gustavo-gomez-cordoba/


Como ya se mostró, no sólo la centralidad o neutralidad ideológica de Gómez queda en entredicho, la noche en la que todos los gatos son pardos: el periodismo que se encuentra "cerca de la información seria y veraz, y a distancia más que prudente del activismo” no logra protegerlo en su actuación frente al audio que sería revelado en Las Cuentas Claras por Juan Pablo Barrientos. Queda claro que su concepción de la verdad sirve tanto a la publicación libre como a la censura, y esta ambigüedad le permite mostrarse con la neutralidad pretendida por todo periodista: un hombre sensato que sólo publica información con suficiente respaldo, que haga de un hecho algo verídico, pero también un hombre flexible que cree en la libertad de prensa y en las perspectivas y verdades parciales. Así, se da el fenómeno del mayor grado de sensatez al que puede aspirar un periodista como Gustavo Gómez: frente a lo que se debe callar, es mejor no publicar. De lo contrario, los sagrados medios de comunicación caerían en medio de una crisis de legitimación.


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